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Poema: La pulga - John Donne

  • Foto del escritor: Einjander
    Einjander
  • 10 mar
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 9 may

Este poema teje una seducción intelectual tan audaz como ingeniosa. Perteneciente a la tradición metafísica, este producto literario, convierte a un insignificante insecto en el eje de un argumento amoroso cargado de ironía y erotismo. A través de la figura de la pulga, que mezcla la sangre de dos amantes, Donne desafía las convenciones sociales y religiosas de su época, jugando con la idea de que lo pequeño puede contener lo infinito. Con un tono persuasivo y lleno de dobles sentidos, el poeta invita a su amada a trascender las barreras del pudor, convirtiendo lo mundano en un símbolo de unión eterna.


Mira esta pulga, y mira cuán pequeño

es el favor que tú, cruel, me rehúsas;

me picó a mí primero; luego, a ti.

Y en esta pulga tu sangre y la mía

se han confundido; ¿puede declararse

que hay en tal hecho pecado, vergüenza,

o pérdida de la virginidad?

Pero este insecto disfruta,

sin matrimonio, y el muy consentido

con nuestras sangres se atiborra. En cambio

tal cosa no se nos es permitida a nosotros.


Detente, no la mates salva nuestras

tres vidas perdonando a este insectillo,

en quien nosotros casi nos casamos:

sirva esta pulga de lecho nupcial, sea templo

de nuestras bodas, por mucho que gruñan

tus padres y tú, ya ha sido consumado

adentro de este insecto nuestra unión.

Por más que matarme, mi amor, acostumbres,

no añadas suicidio a ese crimen,

ni sacrilegio, tres faltas en una.


Cruel, despiadada, ¿has manchado tus manos

con sangre inocente? ¿Qué culpa

puede esta pulga haber tenido, excepto

la gota que sustrajo de tus venas?

Pero sobreviviste al robo, y me señalas

que tú ni yo menos vivos estamos;

ello es verdad: ¿no te parece entonces

que falsos son tus miedos?, si te entregas

a mí tanto honor perderás como vida

con la picada de pulga perdiste.


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